ULISES Y LAS SIRENAS
Uno de los muchos peligros sobre los que la hechicera advirtió a
Ulises, era el que correrían al pasar frente a la isla de las Sirenas.
Esta isla estaba habitada por mujeres muy raras. De la cintura para
abajo, tenían la forma y las escamas de un gran pez y de la cintura para
arriba tenían todo el aspecto de una mujer. Las sirenas eran muy
crueles a pesar de tener un aspecto inofensivo.
Estaban dotadas de una voz extraordinaria. Pasaban los días y las noches
sentadas sobre el césped, frente al mar, cantando dulces y atrayentes
canciones. Pero esa voz melodiosa y cautivante era una trampa mortal
para los hombres que la escuchaban, ya que no podían resistir la
tentación de acercarse a ellas. Una vez en tierra, las sirenas mataban a
los hombres y los descuartizaban. Luego amontonaban las calaveras como
si fueran trofeos.
Circe le advirtió a Ulises:-El hombre que escuche la canción de las
sirenas, jamás volverá a ver a su esposa y a sus hijos.- Luego le
aconsejó la manera de evitar el peligro.
La nave se acercaba rápidamente impulsada por una suave brisa, pero
un conjuro de las sirenas detuvo el viento y los hombres tuvieron que
avanzar lentamente utilizando los remos.
Como un eco a la distancia, comenzaron a escuchar lo que parecía ser
una canción. Ulises rápidamente taponó los oídos de sus hombres con cera
y luego les pidió que lo ataran fuertemente al mástil de la nave y que
por más que rogara y suplicara no lo desataran por nada del mundo. Luego
les ordenó remar con todas sus fuerzas para escapar velozmente de esa
terrible atracción.
La nave comenzó a deslizarse junto a la isla y las sirenas redoblaron
sus esfuerzos por atraerlos cantando las más cautivantes canciones.
-¡Ven, Ulises! Detén tu nave para escuchar nuestras voces. Cantaremos
para ti las Glorias de las Victorias Griegas. ¡Ven, valiente Ulises!
Ulises, al escuchar esas voces, sintió una poderosa atracción. Podía
ver a las hermosas sirenas, tendidas entre las flores al borde del mar.
Ulises, lloró y pataleó, implorando a sus hombres que lo dejaran libre
para reunirse con ellas.
Como los hombres tenían sus oídos tapados no sufrieron el efecto del
encantamiento y en lugar de soltar a Ulises, lo amarraron con más fuerza
contra el mástil mientras él luchaba con todas sus fuerzas para
liberarse.
Los marineros remaron con tanta fuerza, que pronto se encontraron
lejos de esa peligrosa isla. Una vez en alta mar, los hombres desataron a
Ulises y se quitaron los tapones de los oídos.
El peligro ya había pasado.
Gracias!. Da gusto poder disfrutar de la mitología griega de una forma sencilla y entretenida. Deseando seguir nuevas historias!
ResponderEliminarEloisa