sábado, 8 de febrero de 2014

EL JUICIO DE PARIS

EL JUICIO DE PARIS

ALEJANDRO
El príncipe Paris, hijo de los reyes de Troya, Príamo y Hécuba, vivía como un pobre pastor en las montañas cercanas a la ciudad de Troya.
Cuando la reina Hécuba estaba embarazada de Paris, soñó que daba a luz a una antorcha que incendiaba Troya. Los oráculos (adivinos) vaticinaron que el niño que llevaba en sus entrañas causaría la destrucción de Troya. Por eso cuando Paris nació fue abandonado en el monte Ida, cerca de Troya, para que muriera. El recién nacido fue encontrado por unos pastores que lo llamaron Alejandro, que significa «el hombre protegido» y lo educaron como si fuera su hijo. Paris desde pequeño estuvo dotado de una gran belleza y un gran talento para tocar la lira.

EL JUICIO DE PARIS
Zeus organizó un banquete para celebrar la boda de la diosa Tetis con el mortal Peleo, pero se olvidó de invitar a Eris, la diosa de la discordia. Eris se presentó en la boda y, sin que nadie la viera, dejó una manzana de oro con la inscripción «para la más bella». Tres diosas reclamaron la manzana: Hera, Atenea y Afrodita y pidieron a Zeus que juzgase cual de las tres era la más bella. Zeus, temeroso de enfadar a las perdedoras, no se atrevió a elegir a ninguna. Decidió que el mortal Paris que siempre había vivido en el campo, alejado del mundo y de las pasiones humanas actuara como juez de aquel singular concurso de belleza.
Un día que Paris estaba cuidando el ganado en la montaña, se le acercaron Hera, Atenea, Afrodita acompañadas de Hermes, el mensajero de los dioses, que le explicó que había sido designado por Zeus para que eligiera a la diosa más bella.
El juicio de Paris
Tras bañarse en el manantial del monte Ida, las diosas se desnudaron ante Paris para mostrarle sus encantos. Las tres le parecieron igual de hermosas. Cada una de las diosas le ofreció una recompensa si la elegía. Hera, esposa de Zeus, el poder sobre las tierras de Europa y Asia, Atenea, diosa de la inteligencia y de la guerra, le ofreció la victoria en las batallas y Afrodita, diosa del amor y la belleza, el amor de la mujer más bella del mundo. Paris sabe que las dos diosas que no resulten elegidas se enfadarán con él, pero no puede declinar su responsabilidad como juez. Deslumbrado por la belleza de Afrodita le entrega la manzana. Desde entonces Afrodita se convierte en la gran protectora y benefactora de Paris y de su pueblo, mientras que Hera y Atenea, ofendidas, juran vengarse.

PARIS VUELVE A TROYA
Poco tiempo después unos sirvientes del rey Príamo robaron a Paris uno de sus mejores toros para entregarlo como premio en unos juegos funerarios que iban a celebrarse en Troya, precisamente en honor del príncipe Paris.
Para recuperar su toro, Paris se presenta como concursante y vence en los juegos. Su hermano Deífobos, siente envidia e intenta matarlo. Paris se refugia en el templo de Zeus, su hermana Casandra lo reconoce pero nadie la cree. Paris muestra los pañales con los que le envolvieron de niño. Su madre, por fin, lo reconoce y Príamo, olvidando los malos augurios, decide acogerlo y concederle todos los honores como príncipe de Troya. Paris no quiso dejar la vida de pastor, por lo que rogó a su padre que le concediese el privilegio de cuidar los rebaños reales.

EL RAPTO DE HELENA
La mujer más hermosa del mundo era Helena, esposa de Menelao, rey de Esparta.
Micenas y Esparta negociaban con Troya un tratado para asegurar la llegada de especias y otras mercancías a través del estrecho de los Dardanelos. Paris se ofreció para esta misión diplomática.
Cuando llegó a Esparta fue recibido con todos los honores por el rey Menelao que le mostró sus tierras, su palacio y organizó un banquete en su honor al que asistieron todos los reyes griegos. Cuando Paris se enteró que la mujer que Afrodita le había prometido era Helena, reina de Esparta, esposa de Menelao, pidió explicaciones a Afrodita, porque no le había dicho que la mujer más bella estaba casada. Afrodita le dijo que no se preocupara e hizo que Helena se entregara a Paris.
Menelao debió embarcar rumbo a Creta para los funerales de un pariente y encomendó a su esposa que despidiese a su huésped.
Helena huyó con Paris a Troya, abandonando a su marido y a su hija Hermione de nueve años. Cuando los amantes llegaron a Troya sorprendieron a los troyanos. En el palacio real algunos recibieron bien a la recién llegada, pero el príncipe Héctor sabía que el rapto de Helena desencadenaría una guerra contra Troya por lo que aconsejó que fuese devuelta. Paris convenció a la mayoría de la asamblea diciendo que había actuado en nombre del amor y Helena se quedó en Troya.
El rapto de Helena desencadenó la Guerra de Troya narrada por Homero en la Iliada.

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