APOLO Y DAFNE
La historia de Apolo, dios del sol y de la música, y de Dafne (en griego Δάφνη, ‘laurel’) se encuentra en La Metamorfosis de Ovidio, poeta latino del I siglo a.c.
Dafne era, según una primera versión, hija de Gea y del dios Peneo, que da nombre a un río que transcurre por la región de Tesalia. Otra versión cuenta que es hija del dios –también río, pero en Arcadia- Ladón y Creúsa, una ninfa sacerdotisa de Gea.
Dafne era, según una primera versión, hija de Gea y del dios Peneo, que da nombre a un río que transcurre por la región de Tesalia. Otra versión cuenta que es hija del dios –también río, pero en Arcadia- Ladón y Creúsa, una ninfa sacerdotisa de Gea.
Dafne era una joven y graciosa dríade -ninfa de los árboles-, que vivía tranquila pasando el tiempo entre la paz de los bosques y el placer de la caza, cuando su vida fue trastocada por el capricho de dos dioses: Apolo y Eros.
Apolo orgulloso de haber matado a la temible serpiente Pitón, se atrevió a burlarse del dios Eros por llevar arco y flechas siendo tan niño. El dios del Amor, profundamente herido por las palabras de Apolo, voló a la cima del monte Parnaso y preparó su venganza.
Eros tomó dos flechas, una dorada bien puntiaguda, destinada al corazón del dios, que lo hizo enamorarse de la ninfa locamente; y otra despuntada de plomo que provocaba desprecio y desdén, para Dafne. De este modo juró no pertenecer jamás a ningún varón. Enloquecido, Apolo comenzó a perseguir la ninfa que siempre huía de él, hasta que un día, la sorprendió escuchando su canto y trató de seducirla con palabras encantadoras. Sin embargo, ella le suplicaba que la dejara.
Dafne
aterrorizada se echó a correr hacia las montañas. Pero, poco a poco,
Apolo fue reduciendo distancias y cuando iba a darle alcance, puesto que
se encontraba ya cansada, rogó ayuda a sus padres. Ellos oyeron su
súplica y cuando ya estaba entre los brazos del dios empezaron a trasformar su cuerpo en una planta de Laurel:
“De sus pies iban saliendo retorcidas
raíces, mientras toda su suave piel se recubrió de una dura corteza, sus
extremidades se convertían en frondosas ramas y sus uñas se alargaron
en hojas multiplicadas con mágica velocidad”. “Pronto sus cabellos formaron un denso
ramaje y su rostro, rayado de lágrimas,desaparecía en la cima del
árbol”, cita del poeta Ovidio.
La transformacion terminó bajo de los
ojos del dios que , aún abrazado al tronco, oyó los latidos del corazón
de su amada dentro de la nueva corteza y declaró que desde ese momento el laurel había sido consagrado para su culto en recuerdo de su amor por Dafne.
De ahí que los ganadores del concurso Pítico, juegos creados por Apolo
tras llegar al Monte de Delfos, recibieran como premio una corona de
hojas de laurel.
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